Reseña Cómic: Starship Down

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Editorial: Dark Horse
Año: 2020
Guión: Justin Giampaoli
Dibujo: Andrea Mutti
Color: Vladimir Popov
Grado: C
Reseña: Hugo C

Disclaimer: Si bien Starship Down (2020) es una miniserie de 4 números editada por Dark Horse, lo que yo he leído no son las revistitas individuales sino el TPB que recopila los cuatro números más unos pocos bocetitos. No sé si el leer este cómic de un tirón y no en entregas mensuales ha sido un factor que jugó a favor o en contra, pero lo menciono.

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Así que ahora comenzamos por el final, es decir, por mi opinión sobre este cómic. De este modo introducimos un poquitín de variedad y no nos ponemos reiterativos. Starship Down se ha ganado una C no tanto por el dibujo de Andrea Mutti, que no me termina de cerrar del todo (aunque no es deplorable ni mucho menos), ni por la falta de originalidad en la premisa que nos plantea Giampaoli –que de todos modos es relativamente original en medio de tanto zombi y superhéroe–, y ni siquiera por la falta de acción, aunque todos esos factores aunados no me dejan otra que estamparle el sello con la C.

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Vamos por partes.

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Mutti es un buen dibujante, y por cierto que es capaz de cosas mejores que lo que nos presenta en este cómic. Puede que Starship Down haya sido un proyecto de baja prioridad, y por eso no le ha dedicado más esfuerzo. Hay páginas que parecen planteadas a la bartola y dibujos resueltos con prisa como bocetitos de convención, y hay cositas que podrían haberse resuelto al principio, al preparar el borrador inicial, cosas como dos cabezas –de dos personajes distintos, en distintas viñetas y ángulos supuestamente distintos– en exactamente la misma pose, en la misma página. ¿Qué costaba tomarse dos minutos más y alterar la composición de una de las dos viñetas?

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Y no había visto tantas cabecitas negras –es decir, cabezas que son una mancha negra que carece de todo rasgo o valoración– desde Underworld Unleashed (1995). Y no sólo cabecitas sino también siluetas en negro. Está bien, ¿para qué dibujar? Mejor oscurezcamos todo y que el lector lo rellene con su imaginación. Buf. De no ser por los colores de Vladimir Popov, el producto final hubiese sido mucho, mucho peor.

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La premisa del cómic es la misma de Five Million Years to Earth (1967): el hallazgo de una nave espacial que contiene los restos de los verdaderos ancestros de la raza humana. Aún así, el público se renueva y los millennials seguramente desconocen el clásico de Roy Ward Baker, y de todos modos Justin Giampaoli le pone un poco de onda y le agrega una discusión teológica que se traduce en largas conversaciones entre la antropóloga protagonista y un cardenal enviado por el Vaticano para asegurarse de que nada de lo descubierto perjudique el status quo.

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Y esto nos lleva a la falta de acción. No sé si recuerdan que en mi reseña de Greenland (2020) comenté que esa película bien hubiera podido ser una obra de teatro. Bueno, lo mismo sucede con Starship Down. Si bien no se trata sólo de cabecitas parlantes y los personajes al menos caminan de aquí para allá mientras hablan y hablan y hablan –como los médicos de House o los políticos de The West Wing–, quienes busquen algo más que una sucesión de diálogos van a volver con las manos vacías, a excepción de una explosión, un par de puñetazos y tal vez una escena de tortura/interrogatorio que dura sólo una o dos viñetas. Y cada tanto, un personaje comenta con otro lo importante y trascendental que es este descubrimiento, y cómo rompe con lo que hemos conocido hasta ahora y bla, bla, bla, no sea que los lectores vayamos a olvidarlo.

Teniendo en cuenta los talentos involucrados, uno esperaba otra cosa.

Ya que estamos, les comento que Andrea Mutti es un señor con toda la barba. Según he visto en Internet, hay quien aún piensa que se trata de una señorita. Pues no.

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